Semana Santa
Por: Edna Andrade
La Semana Santa nos ofrece la más bella y terapéutica imagen para el desarrollo humano, sobre el cual podemos reflexionar y en el cual encontramos relaciones con nuestra propia vida. Los acontecimiento de la Semana Santa componen una vida sacra, a través de la cual vemos verdades existenciales, cuyo conocimiento, si no fue considerado de forma dogmática, puede ser un oasis en el desierto espiritual que constantemente vivenciamos, cuando nuestro pensar se vuelve, unilateralmente, racional y materialista.
La cosmovisión antigua describe el universo a través de imágenes y símbolos, en un lenguaje analógico que, por ser poético, toca más profundamente a nuestra alma. Ella nos proporciona la vivencia de estar integrados a un orden cósmico que no contradice la visión racional que tenemos del universo, pero contribuye, fecundando nuestra lógica.
Del punto de vista de la sabiduría antigua, la semana como unidad de tiempo, tiene relación con la tradición religiosa –en Génesis tenemos la descripción de la creación del mundo en siete días.
Los días de la semana reciben sus nombres de los siete planetas; arquetipos (principios) que rigen el orden del universo, siendo que de las esferas de los Siete Planetas emanan fuerzas espirituales que impulsan el desarrollo humano.
La Semana Santa comienza en el domingo de Ramos y concluye el sábado de Aleluya, siendo que, el Domingo de Resurrección, denominado Domingo de Pascua (del hebreo Pessach = Pasaje) es el primer día del pasaje hacia el Nuevo Sol que será la Tierra vivificada por el YO de Cristo.
DOMINGO DE RAMOS – DÍA DEL ANTIGUO SOL – CENTRO, YO, HUMANIZACIÓN.
En el primer día de Semana Santa, Jesús Cristo entra en la ciudad santa de Jerusalén, montado en un burrito blanco. Con los gritos de “Hosanna” el pueblo lo saluda con los ramos de palmeras. La fuerza solar que emana del YO de Cristo reenciende en el pueblo la antigua clarividencia, vivenciada en los rituales de las festividades en homenaje al sol. La palmera siempre fue considerada el símbolo del sol natural.
El Cristo atraviesa en silencio la vibración popular, sin contagiarse. Internamente, sabe que aquel entusiasmo, luego pasara. No tienen consistencia interna. Es el entusiasmo natural que luego se transfiere hacia otra novedad, para otro acontecimiento externo. Cristo sabe lo que el mismo representa y a que vino. Quiere penetrar en la capa más consciente del alma humana. Es su brillo, un brillo propio que emana de la propia esencia de su ser espiritual. Su estado de alma es autoconsciente y acogedor. Permanecerá.
Entrar en Jerusalén montado en un burrito, tenía para Cristo, el sentido de dejar clara la transición: de la antigua exaltación visionaria inconsciente, desencadenada por los elementos externos de la naturaleza, hacia la actitud receptiva, fruto de la presencia del espíritu, del sol interior en el alma individual y vigorosa.
LUNES – DIA DE LA LUNA – REPETICIÓN, REVITALIZACIÓN, REFLEXIÓN.
Betfage, la casa de los higos, era una aldea cercada por higueras consideradas por sus moradores, sagradas. Fuera de allí Cristo, en domingo de ramos, mando a Pedro y a Juan a traer al burrito, también considerado un animal sagrado. Allí se cultivaba la antigua forma de clarividencia, ósea, se practicaba el “sentarse sobre la higuera”, bien como una serie de ejercicios físicos y meditativos que los aislaba del mundo y de las personas, a través de los cuales, se alcanza un estado inconsciente de reconexión con el mundo espiritual.
En la mañana del lunes, al volver a Betania a Jerusalén con sus discípulos, Cristo se aproxima a la higuera y pronuncia la sentencia: “Para siempre, nadie más comerá de estos higos”. Esto significaba que, el día siguiente, el árbol estaría seco. Con la condenación de la higuera, Cristo cesa el antiguo don lunar de las visiones de éxtasis. La antigua forma de clarividencia ligada a las fuerzas de la naturaleza era relativa a la noche por que solo era vivenciada por el hombre en estado inconsciente. Es fundamental para el Cristo que el ser humano recorra el camino de la autoconsciencia clara y explícita que además, muchas veces se constituía un proceso doloroso, el llevara a la libertad individual. “La capacidad de la autoconsciencia tendría que ser conquistada, y esto exigía en cambio la antigua clarividencia. Retornara el tiempo en el futuro, en que todos los hombres serán clarividentes, como un hecho consciente, por haber conservado su YO SOY, la autoconsciencia”.
Llegando más tarde al templo que hervía en actividades comerciales, Cristo expulsa a los vendedores. Devuelve al templo su condición de lugar sagrado, y, a los peregrinos que llegan de todos lados para las ceremonias de pascua, devuelve la consciencia de que están en casa de Dios.
MARTES –DIA DE MARTE- LUCHA, AUTENTICIDAD, CORAJE.
Jesús vuelve a Jerusalén trayendo las ofrendas del ritual que antecede a la fiesta pascual. Su fuerza se intensifica.
En el templo, mientras el pueblo lo oía, sus adversarios lo abordan con cuestiones que son verdaderas trampas, para hacerlo caer en contradicción. Cristo responde a cada pregunta con parábolas, que caen como verdaderos golpes de espada sobre los sacerdotes y escribas que, en ellas, se reconocen como protagonistas. A cada parábola, Cristo reafirma la naturaleza espiritual de su YO de CRISTO, va revelándose.
Él muestra a los oponentes quien realmente es, y a que vino. Es una lucha intensa, tramada en palabras e intenciones. De un lado de Cristo, la intensión poderosa de su YO se manifiesta en toda su entereza y culmina con “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dio lo que es de Dios”.
En el final del día, reunido con los apóstoles en el monte de los Olivos, Cristo les transmite las metas que preparo a la humanidad para el regreso de Cristo, en el futuro.
En este día, Cristo muestra que la mayor de las luchas es la batalla en el interior, entre el miedo y al voluntad de colocar el YO en el mundo. En esta lucha interna, conquistamos los dones de Marte: la autenticidad y el coraje para enfrentar las adversidades.
MIERCOLES –DIA DE MERCURIO- FLUIDEZ, DEVOCION, CURA.
Al atardecer de aquel día en Betania, Jesús se reunió con su círculo más íntimo en la cena, en la casa de Simón. Cerca de Cristo, María Magdalena, y ungiendo sus pies con oleo precioso, los enjuaga con sus propios cabellos. El gesto de Magdalena, que, provoca una reacción de crítica en los presentes y desencadena la revuelta que se acumulaba en el alma inquieta de Judas. Argumentando contra el desperdicio en detrimento de los pobres, Judas sale a encontrarse con los sumos sacerdotes y concretar la traición que lo llevara al suicidio.
Es la segunda vez que Magdalena unge lo pies de Cristo. En la primera unción él le dijo a los presentes: “Cálmense. Ella mucho amo y mucho le será perdonado”. La segunda unción es recibida por el como una extrema unción. La postura de Cristo es de disponibilidad.
En relación a Judas, Cristo comprende que él no posee en su alma fuerzas de interiorización y cohesión para ordenar sus impresiones exteriores. La agitación interna de Judas fluyo hacia el mundo, como revuelta.
María Magdalena, entretanto, interiorizara las fuerzas de amor que antes la arrastraban hacia lo mundano. Estas fuerzas interiores fluyen entonces, hacia el mundo, como devoción.
Amor son tipos mercuriales siempre en continua actividades externa, siempre movilizando todo a su alrededor.
Marta, la hermana de María Magdalena, es la tercera persona con cualidades mercuriales, también presente en la cena. Esta siempre haciendo algo por los otros, siempre en casa. “Marta, Marta, andas muy inquieta y te preocupas con muchas cosas. María eligió la buena parte, que no será desechada”. Lucas 10,41
El miércoles, Cristo acoge las fuerzas mercuriales metamorfoseadas en paz interior, devoción y transformadas en capacidad de cura.
JUEVES –DIA DE JUPITER- SABIDURIA, GRANDEZA.
Cae la noche de Pesaj . Afuera reina el silencio; todos están en casa reunidos para la cena del cordero pascual.
En el convento de la Orden de los Esenios, en el Monte Sion, lugar antiguo y sagrado, se reúnen Cristo y los Doce Apóstoles para también celebrar el Pesaj.
Antes de la cena, Jesús realiza el acto de amor más humilde, sencillo y lleno de sabiduría, que para siempre tocara el corazón de los cristianos: el Lava Pies. Cristo, siendo el un ser espiritual, se arrodilla y lava los pies de cada uno de sus discípulos, en un gesto que es en síntesis de todas sus enseñanzas: “amarse los unos a los otros”.
Sigue la cena del cordero, después del cual, Cristo abre la mano de si por algo que reconoce mayor. Tomando pan y vino, Cristo ofrece a los discípulos: “Tomad, pues este es mi cuerpo y esta es mi sangre”.
Nos entrega los frutos de la tierra, impregnados con la fuerza de su sabiduría transformadora, para que se renueve continuamente la antigua sabiduría y se vivifique lo que había sido consumido de la tierra y del hombre.
El antiguo sacrificio del cordero era un acto externo: la sangre fresca de los animales puros tenia, en el pasado, la fuerza de inducir al alma humana a unirse al mundo espiritual, además en estado de éxtasis.
Con este acto sacramental, Cristo cesa la reminiscencia del sacrificio del cordero, intensificando el esfuerzo volitivo del alma humana que quiere acoger en si el YO espiritual. Cristo se torna el mismo, en el cordero. El trae la interiorización del YO en el alma humana, hasta el nivel del sacrificio, de la entrega, de la aceptación del destino. “Él es el cordero de Dios, que asume los pecados del mundo”.
El contenido de esta noche compone un sacramento de cuatro partes que revivifica, en el hombre religioso, a cada acto, la comunión con lo espiritual, en lo íntimo de su ser.
VIERNES –DIA DE VENUS- PASION, AMOR UNIVERSAL.
En la madrugada del viernes, Cristo, al ser identificado por el beso traicionero de Judas cuando oraba en Getsemaní, es arrastrado y preso, ironizado, flagelado, coronado de espinas, carga su cruz sobre su espalda y es crucificado en la colina del Gólgota. Teniendo que volverse suficientemente firme en su alma, por poseer algo inmensamente sagrado, soporta todos los sufrimientos y dolores que le son impuestos. Con la fuerza de su alma elevada, carga su propio cuerpo en dirección a la muerte; se une a la muerte, para legar a los seres humanos el mensaje de que la muerte no extingue la vida.
La imagen de Cristo cargando su propia cruz, en dirección a la muerte es el gran símbolo de además del umbral de la muerte física, comienza una nueva vida.
El libro de los muertos, el libro sagrado de Egipto, contenía rezos, instrucciones para, después de la muerte, el hombre encuentre su camino de regreso al mundo espiritual, al padre. Hace cinco mil años atrás, en los rituales de religión con el mundo espiritual, los iniciados eran inducidos en un sueño de muerte. La muerte era hermana del sueño. El YO, en aquella época, no había penetrado aun profundamente en el cuerpo humano y la inmortalidad, la visión de un mundo espiritual después de la oscuridad de la muerte, era vivenciada. Los sepulcros eran, al mismo tiempo, altares y las almas de los muertos eran mediadoras entre la tierra y el mundo espiritual. A medida que la tierra se volvió más densa en su materia física y el hombre desarrollo su autoconciencia, la muerte se volvió el gran miedo de la humanidad.
Cristo rescata para el ser humano a su herencia espiritual. “En Cristo se vuelve vida, la muerte”.
SÁBADO DE ALELUYA –DÍA DE SATURNO- PROFUNDIDAD, CONCIENCIA, TIEMPO.
El Cristo desciende al reino de los muertos, pleno de la luz solar de su consciencia. La tierra recibe el cuerpo y la sangre de Cristo. En el espacio, entre Gólgota y el sepulcro, existió otra ofrenda primaria en la superficie terrestre. Ese abismo, que fue enterrado por Salomón, era considerado por los antiguos como la puerta del infierno. Los terremotos del sábado reabren esta hendidura y la tierra entera se vuelven entonces la tumba de Cristo.
El espíritu de Cristo penetra en la tierra creando en ella un nuevo centro luminoso.
“Tenemos en el regreso a la Tierra una especie de reflejo de la luz de Cristo. Lo que aquí se refleja como la luz de Cristo, es lo que Cristo denomina, espíritu santo. Tan verdaderamente como la tierra inicia su evolución hacia el sol a través del evento del Gólgota también es verdad que a partir de este acontecimiento la tierra comienza a crear a su alrededor un anillo espiritual que más tarde se volverá una especie de planeta a su alrededor. Estamos delante del punto de partida de un nuevo sol en formación”.
Rudolf Steiner
DOMINGO DE PASCUA –DÍA DEL SOL.
Ente nacido del cosmos
Oh, figura luminosa!
Fortalecida por el Sol en el poder de la Luna.
Tu eres dotado por el resonar creador de Marte
Y la vibración de Mercurio que mueve los miembros.
Se enciende la sabiduría radiante de Júpiter
Y la belleza de Venus, portadora del amor.
Y la interioridad espiritual de Saturno antiguo de los mundos
Te consagre a la existencia espacial
Y al desarrollo temporal.
Rudolf Steiner
Fuente:
El evangelio de Juan – Rudolf Steiner- Editorial Antroposófica
Los acontecimientos de Semana santa –Emil Bock- Editorial Nuevo Diario.
Edna Andrade es Terapeuta artística y consejera biográfica.
Los textos fueron elaborados para las conmemoraciones de las épocas del año realizadas en Artemisa Centro de Desarrollo Humano.
Traducción: Sarita Ávila.