El pequeño flautista. Cuarta Semana de Adviento
Cuarta Semana de Adviento
Daniel paseaba por las calles de Belén tocando su flauta. ¡Que música tan alegre! Aquellos que la escuchaban tenían el corazón contento. Sin embargo, nadie envidiaba la suerte de Daniel. Desde el nacimiento era débil. Su corazón no le permitía jugar con otros chicos, cojeaba un poco de la pierna izquierda y ademas era ciego. Eso era lo mas triste, jamás había visto el sol, ni el cielo, ni las maravillas del mundo. Sin embargo, las melodías que tocaba no tenían nada de tristeza.
Daniel era a pesar de todo un muchacho feliz y su alegría era contagiosa. Una mañana una espesa niebla envolvía el pueblo. Al mirar por las ventanas, los habitantes solo veían un velo gris. Las callejuelas y los lugares conocidos parecían irreales. Esto no era lindo para nadie mas que para Daniel. La niebla no lo podía detener en casa, al contrario, ese día, Daniel tenia mas que nunca ganas de salir. En esta época todavía no se festejaba la navidad, por supuesto, pero la alegría que sentía el chico era muy parecida a la que sentimos al acercarse la fiesta de la luz. él tomó su flauta y después se dejó guiar por su fino oído. Se dirigió hacia la puerta del pueblo, salió y caminó al lado del muro que lo rodeaba. Fue a sentarse sobre su piedra preferida. En medio de la niebla tocaba la flauta.
Daniel tocaba con todo su corazón y no se dio cuenta que los velos de bruma que flotaban alrededor de él impedían a la gente verlo. Él tocaba. Pero por qué tocaba? ¡Para que María y José encontraran el camino.
De repente María y José escucharon el canto de una flauta y se detuvieron a escuchar el canto maravilloso. Luego guiados de la dulce música continuaron la marcha. Enseguida María percibió, surgiendo de la niebla, una silueta de un muchachito sentado sobre una piedra con una flauta en los labios.
“Quien es este enviado de Dios” se pregunto “que parece estar aquí para guiarnos?”
Escucharon al pequeño músico sin moverse, sin interrumpirlo.
Cuando termino de tocar Daniel se volvió hacia ellos . quienes sois? les pregunto
Qué hacéis aquí?
“Somos gente pobre; quieres indicarnos el camino a Belén? respondió José
Vosotros gente pobre?, dijo el chico asombrado
Durante un momento su mirada parecía examinarlos atentamente. Añadió finalmente “Estáis al pie del muro que la rodea. Siguiéndolo llegareis delante de la puerta”
María y José percibieron ahora la sombra de la muralla. Agradecieron al pequeño flautista y continuaron su camino.
Es así como llegaron a la Puerta Alta, la encontraron abierta con la llave plateada en la cerradura y entraron al pueblo.
María y José escucharon alejarse el sonido de la flauta. Daniel tocaba más y más. Era necesario que su alegría se expresase, pues había visto algo maravilloso. Se había sentido bañado por una luz y en ella había percibido a dos personas que llevaban con ellos un Niño. Y el niño le había hecho una señal “¡Ven!”
Oh, sí, Daniel iría, iría cuando llegase el momento. Por ahora no podía mas que soplar y soplar su flauta, como que con su música tuviera que disipar la niebla y la ceguera de los hombres
Fuente: (Adaptación) Un año de cuentos. Adviento, Navidad, Epifanía. Tomo 2. Comunidad de Cristianos Lima, Perú 2010