El juego en el primer septenio
Por Andrea Cortez. Educadora de Párvulos., Alexander Waldorf
A lo largo de los años, mi trabajo me ha permitido tener el privilegio y la oportunidad de observar a los niños y niñas mientras juegan, he ido reconociendo, a través de esta actividad, el valor de la misma y cómo por lo general el niño y la niña se entrega por completo a ella y sabe realizarla por excelencia.
En situaciones “normales”, sin confinamiento, por estos días, estaría en una jornada de ritmo diario en el kínder waldorf, habría niños y niñas jugando a mi alrededor, compartiendo, construyendo, apilando sillas, armando casitas con mantas, resolviendo algún conflicto, asignándose roles y tareas. De seguro seria espectadora de escenarios infinitos y de múltiples personajes. Hoy solo tengo la posibilidad de evocar dichos momentos y de re significar, a través de la conversación con algunas familias, la importancia y valor del juego.
Quiero invitarlos a través del presente documento a compartir un espacio de reflexión respecto de LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN EL PRIMER SEPTENIO. Mi objetivo es llegar a quienes no han reparado en juego de sus hijos e hijas y también a aquellos que ya le asignan un valor a esta actividad.
A continuación les presento una serie de ideas fundamentales e inspiradoras acerca del juego:
Es la actividad más importante que realiza el niño/a, a través del juego comprende la naturaleza y su entorno social y cultural.
Es la actividad propia de la infancia, para el niño/a, jugar es algo muy serio.
Ha de ser considerado como una actitud, un modo de interactuar con el mundo y su realidad circundante. El niño/a comprende y aprehende, el mundo pieza por pieza, llegando a entretejer los elementos de la vida conforme la va experimentando.
Su finalidad es intrínseca, predominando la acción sobre el objetivo. El niño/a juega por el placer de hacerlo, es una ocupación que no tiene otra finalidad que ella misma.
Es una actividad esencialmente agradable y estimulante que provoca bienestar. Es espontáneo, no requiere preparación, un niño/a siempre está preparado para iniciar uno u otro tipo de juego.
Es motivador en sí mismo; cualquier actividad convertida en juego es atractiva para el niño/a.
Se elige libremente, los niños/as no se sienten obligados a jugar. Por esta razón es importante que los adultos asuman un rol observador más que participante. Es importante que el niño/a pueda desplegarse libremente y no llegue a sentirse coartado por las acciones del adulto.
A través del juego el niño/a logra percibir el mundo con todos sus sentidos, ejercitar y dominar su movimiento y todo el cuerpo, practicar su equilibrio, desarrollar la creatividad y la imaginación.
En su desarrollo, puede evidenciarse el desenvolvimiento de sus capacidades físicas, anímicas y psíquicas. El adulto puede obtener información del desarrollo del niño/a observando cómo juega.
Un mismo juego resulta diferente en cada niño/a ya que no solo está determinado por condiciones externas, sino que también por las características individuales las cuales le otorgan un sello particular.
Jugando aprenderá también a relacionarse con los otros niños y niñas y desarrollará poco a poco la experiencia de conocerse a sí mismo en sus fortalezas y limitaciones. Las cualidades particulares de cada niño y niña se ponen de manifiesto en la forma en que juega.
Para jugar no es preciso que haya exceso de juguetes, ni materiales. Menos es más, entre menos definidos y específicos sean los juguetes mayores posibilidades de desarrollar las fuerzas de imaginación.
Así como el niño/a necesita de todas sus fuerzas para aprender a andar erguido, a hablar y a empezar a pensar, también debe disponer de ellas para conformar su fantasía creadora, y pasar luego a imágenes representativas vivientes.
En el juego se reproducen las situaciones de la vida cotidiana que el niño/a asimila e imita de su entorno, incluso algunas situaciones que pueden suponer conflictos para el/ella las traslada a su acción lúdica y llega a expresar lo que le sucede.
El juego ayuda a los niños/as a entretejer los elementos de la vida conforme la van experimentando. La intensidad del juego infantil puede llegar a transformarse en el grado de compromiso en la vida, auto iniciativa, en el trabajo de la vida posterior.
El juego se transforma en la forma en la cual el niño/a explora sus emociones, digiere aquellas vivencias que no ha podido comprender, en ese sentido es una actividad terapéutica.
El juego cambia según la edad, conforme el niño/a va creciendo y se va desarrollando.
0 los 3 años. El niño/a es un explorador e imitador nato.
Sus juegos por lo general se repiten una y otra vez, se lleva las cosas a la boca, lanza objetos, arma torres y las desarma, etcétera. Están activos en el proceso de manipulación, exploración, experimentación e imitación siendo esto fundamental para su futura iniciativa en el juego, para armar el mapa de su propio cuerpo, el contacto con sus pares, entre otros. En esta etapa los niños/as van adquiriendo habilidades cada vez más complejas y potenciando las ya existentes, lo cual favorece diversos aspectos en su desarrollo motor, sensorial, socio emocional, perceptual, lenguaje, entre otros.
3 a 5 años Despierta la imaginación en el juego.
El elemento característico de esta etapa del juego consiste en que las acciones del niño/a son imitación de vivencias cotidianas. Se despierta la facultad de hacer que las cosas sencillas lleguen a ser verdaderos objetos, los objetos comienzan a transformarse: trozos de madera en autos, mantas en ríos, sillas en autos, entre otros. Se caracteriza por ser un juego concentrado, sin propósito concreto, surgido de la imaginación. Para cultivar el juego en esta etapa es necesario tener la cantidad justa de juguetes, “menos es mas”, priorizar por materiales que sean menos específicos y definidos, a través de los cuales se estimule las fuerzas de la imaginación.
5 a 7 años. La acción ya persigue más una planificación y un objetivo.
5 a 7 años Los niños ya no se ven estimulados al juego tanto desde afuera, sino por vivencias interiores, representaciones o historias. La acción ya persigue más una planificación, un objetivo, asumen reglas, se reparten roles y funciones. A menudo los preparativos son ya lo más importante del juego. El niño/a se vincula con su mundo con plena imaginación.
“Si se quiere educar al hombre para la comprensión de lo espiritual, la espiritualidad externa en su forma intelectual le deberá ser ofrecida lo más tarde posible. Aunque constituye una imperiosidad de la civilización actual el que el hombre llegue en si vida posterior al pleno despertar, deberá dejarse al niño el mayor tiempo posible en aquel suave vivir de imágenes de ensueño con que se inicia en la vida, en la imaginación, en la plasticidad, al margen de la intelectualidad. En efecto, al fortificarse su organismo al contacto con experiencias carentes de ella, se enraizará posteriormente del modo más acertado en la intelectualidad que nuestra civilización actual exige”
—Rudolf Steiner
Para reflexionar en casa:
¿Cómo he observado el juego de mi hijo/a en tiempos de cuarentena? ¿Me he detenido a observarlo?
¿Reconozco el valor y la importancia del juego?
¿Cómo es la calidad y duración del juego de mi hijo/a?
¿Cuáles son los temas e imágenes en el juego de mi hijo/a? ¿A qué juega?
¿Mi hijo/a en casa tiene tiempo y espacios adecuados para realizar actividades de juego diverso?
¿Permito a mi hijo/a sumergirse en el juego sin mi permanente instrucción o dirección verbal
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
El juego: su acción saludable en el desarrollo del niño. La educación Preescolar Waldorf .Susan Howard- Helmut von Kugelgen- Freya Jaffe – Joop van Dam – Joan Almon – Roberto Trostli
En torno al Jardín de Infancia Waldorf. Fundamentos y aspiraciones básicas. Wolfgang Sabmannshausen – Helmuy von Kugelgen
El Primer Septenio. La educación preescolar según Rudolf Steiner. Recopilador Juan Berlin.
Educación Infantil II. Dolores Gutierrez, Rocio Bartolomé, Luisa M. Hernan